Libros: Una comedia ligera

No hay malas novelas de Eduardo Mendoza (bueno sí, las de Pomponio Flato y Horacio Dos, pero esas no cuentan). Una comedia ligera no es mala, pero tampoco es buena. Está entre la monumentalidad de La ciudad de los prodigios (lectura TOP) y la ligereza de El año del diluvio, pero sin llegar al nivel de las anteriores. Ni de lejos.

Un escritor de obras de teatro folletinescas se ve envuelto en una trama policiaca a raíz del asesinato del protector de una de las actrices que protagoniza la última de sus creaciones (y con la que se ha enrollado). En mi opinión, el relato está muy descompensado, hay personajes que parece que van a tener peso en la historia y que acaban diluyéndose sin más. La trama está muy mal resuelta, después de una primera mitad en la que apenas ocurre nada, todo se atropella y se soluciona en una veintena de páginas. Pero a pesar de estos defectos, no se puede negar que Mendoza tiene un dominio del lenguaje apabullante y que la novela se deja leer muy bien.

Tiene pinta que Riña de gatos, con la que ha ganado el Premio Planeta es más de lo mismo.

2/5

Los comentaristas de la web de La casa del libro siguen siendo una especie a la que aplicar la ley del aborto con efectos retroactivos. Ahora te puedes registrar y todo en la web como si fuera Anobii, enseñando el careto y permitiendo que la gente sepa qué libros no has leído pero tienes la poca vergüenza de comentar. Y lo mejor de todo, los comentarios se muestran truncados. Un Nobel, un Oscar y el Balón de Oro a los programadores de la web. Pero YA.

Un aplauso para jessy (sobre la ciudad de los prodigios):

jessy 
Lector Anónimo

No me ha gustado nada este libro, es un aburrimiento

Libros: Matar a un periodista

Cuando planifiquen unas vacaciones, no se les ocurra visitar alguno de estos países: Rusia, Bangladesh, Colombia, Irak o Filipinas. Seguramente haya países peores, pero al menos en estos, matar a periodistas sale gratis.

Terry Gould escribe seis minibiografías de periodistas que fueron asesinados (entre ellos la famosa Anna Politkovskaya) por denunciar las injusticias que se llevaban a cabo en sus respectivas regiones. Todos ellos hicieron gala de un impulso casi autodestructivo de desenmascarar las estructuras de poder y represión (la mayoría curiosamente después de haber experimentado situaciones de epifanía, cosa a estudiar).

Especialmente inquietante son los casos que ocurren en Rusia, país pretendidamente avanzado. Putin y sus secuaces dan mucho miedo.

Una lectura fácil y amena. Lo recomiendo sin duda. Alguno de los capítulos de Matar a un periodista deberían ser obligatorios en bachillerato.

3/5