Crítica cinematográfica: Origen

Acabamos el año con un mierdo como la copa de un pino. Así da gusto. Empalmando la película de 2010 con las campanadas y la actuación de David Bustamente. Eso es empezar el año a tope, tío.

Origen es una idea de Cristopher Nolan, el de Memento, El truco final y los Batmans moderniquis (esos que nos hacen clamar por un oscar póstumo a un pavo difrazado de mamarracho). Va de unos tipos super guays que se meten en el subsconsciente de otros para extraer ideas o introducirlas. Su última misión, introducir una idea en la chola del heredero de un emporio empresarial para que su máximo competidor (y cliente a su vez de DiCaprio y sus coleguis) se vea beneficiado. Te cagas las patas abajo.

¿El problema? que mister Leo vive atormentado por la pérdida de su familia, lo cual compromete seriamente sus misiones, pobretico. No explico más porque me entran retortijones y alguien me podría acusar de chafaguitarras.

El despropósito es mayúsculo: casi dos horas y media, una trama que no hay por dónde cogerla, la mayor tasa disparo/error de la historia del cine, trajes italianos, efectos especiales que no vienen a cuento, una banda sonora calcada a otro de los mierdos pretenciosos de este fin de década (Flashforward), detalles como el del molinillo que son de envío directo a Guantánamo y mi querida Ellen Page en traje chaqueta, cuando todo el mundo sabe que lo suyo son los tejanos.

Curiosamente, he encontrado unos bocetos de Nolan sobre la película y los diferentes niveles de consciencia o como-coño-se-diga-eso que nos pueden ayudar a entender el bodrio en cuestión. Dentro de unos años algún monguer pagara miles de dollars para hacerse con ellos:

Como dice Joaquín Reyes: «Triunfamos entre los modernos porque les gustan las cosas que no acaban de entender del todo»

Para este 2011 lo tengo clarísimo. Tolerancia cero. Que la pasen bien.